Uno de los cambios más importantes experimentado por el sistema educacional chileno durante las últimas décadas, ha sido la ampliación sostenida de la matrícula de su Educación Superior (en lo que sigue, ES). De acuerdo con los datos de la encuesta Casen (2016), esta ha pasado de una tasa de asistencia bruta de jóvenes de 18 a 24 años de 15,6% el año 1990, a un de 53,1% el año 2015. Este aumento ha estado vinculado con el ascendente ingreso de jóvenes de los sectores más pobres y la correspondiente deselitización del acceso al sistema en su consideración global (Sepúlveda y Valdevenito, 2014).